Inquieta recorre la casa,
buscando algún mantel donde sacudir sus preocupaciones
respira pero bajo letargo
se esconde entre las mantas
y pide una tregua para seguir soñando.
Su mirada se pierde en una profundidad que sólo ella conoce.
Enciende y apaga el interruptor de la consciencia a su antojo.
No te puedo juzgar.
Llevo días intentando desconectarme de esta falsa realidad
que de vez en cuando me embauca,
y no lo consigo.
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